Reconocimiento a la oposición

Reconocimiento a la oposición

mayo 5, 2020 Desactivado Por La Opinión de

Las oposiciones no están para evitar gobernar, sin embargo, tampoco están para aplaudir y avalar todo lo que un gobierno hace; cualquier oposición en el mundo suele considerarse contrapeso del Poder Ejecutivo, pero también una oposición responsable es aquella que acepta las políticas públicas y decisiones del gobierno que califica como correctas y que se traducen en beneficio de la población en general, y no de intereses selectivos, mucho menos de intereses partidistas.

Si bien las democracias contemporáneas, así como las antiguas, funcionan por la regla básica de la mayoría, las democracias contemporáneas de principios liberales deben cumplir el principio de pluralidad, sin el cual, hoy día una “democracia” de mayorías no debería considerarse una democracia real y sustantiva.

Desde comienzos del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la oposición se había comportado sumisa, inclusive, condescentdiente, al punto no solamente de parecer irresponsable, sino de hacer dudar de los mecanismos de negociación; porque si bien la negociación en política es la clave, debemos también reconocer que hay de negociaciones a negociaciones, unas de ideales y principios; otras, pragmáticas; otras que van de mitades; pero otras simple y sencillamente son producto del conflicto de intereses.

La semana pasada, las y los legisladores de oposición integrantes de la Comisión Permanente dieron, por lo menos en esta ocasión, un ejemplo de cómo la oposición no debe venderse a intereses personales, partidistas o hasta individualistas; hicieron ver que el presidente no tiene, ni debe tener, carta blanca los seis años de su gestión.

De lo anterior es interesante destacar tres simples argumentos, por los cuales es, aún, más relevante mencionar el papel de la oposición en el Congreso de la Unión en la actual legislatura:

  1. Aunque el partido o aliados del presidente tuvieran todos los tipos de mayorías, no hay razón legal, ni democrática, que nos invite a pensar que en todo momento los legisladores deben aceptar sus políticas y/o propuestas.
  2. La división de poderes está establecida de manera legal, sin embargo, también es preciso mencionar que la época del partido hegemónico y autoritario, donde el presidente también era jefe de su partido, así como del Poder Legislativo, lo cual Carpizo desde finales del siglo pasado calificó como facultades metaconstitucionales, afortunadamente ha quedado atrás.
  3. No debemos olvidar, por ninguna razón, que hoy los aliados del presidente están sobrerrepresentados de manera muy significativa en el Congreso, debido a las estrategias legales pero no legítimas de los partidos políticos que integran su coalición.

Con lo anterior, aprovecho para mencionar la ignorancia, o bien doble discurso, que suelen manejar algunos analistas. La semana pasada en un foro de discusión en televisión abierta, Genaro Lozano afirmó que el expresidente Enrique Peña Nieto había desaparecido la división de poderes con el Pacto Por México. Ello es totalmente una insensatez, contradicción o suma falta de comprensión respecto de qué va la política, pues la política, reitero, es negociación; la política no es estar todo el tiempo confrontados, polarizados; no es encontrar en todo momento el infortunio del contrincante político, sino, más bien, el beneficio de la cuestión pública.

Si lo que señaló Lozano –el Pacto Por México–, en verdad fue una desaparición de la división de poderes, me pregunto: ¿qué o cómo podríamos calificar el periodo que fue de 1997 al 2012? Ese periodo de estancamiento parlamentario, que durante 15 años paralizó las principales reformas que el país, independientemente de los colores de los presidentes, tanto ansiaba.

¿Es entonces la división de poderes sinónimo de estancamiento legislativo y continuo desacuerdo?

Las negociaciones políticas no solamente son benéficas para la democracia, sino que son necesarias. Es normal que haya heterogeneidad y diversidad de pensamiento y valores; lo anormal, e indeseable, es la constante incapacidad de llegar a acuerdos.

Cualquier discusión o debate público debe verse, por salud de las democracias, como un ejercicio de intercambio de perspectivas, ideas, valores, etc., que nos lleven a todos a mejores escenarios, no como un deporte de combate o de suma cero, donde unos ganan todo lo que otros pierden; afortunadamente no estamos ya en tiempos y ciudades medievales.

Sin embargo, reitero, hay de negociaciones a negociaciones, y en el México del siglo XXI, de alternancia política, la ciudadanía no quiere más un poder público depositado unicamente en los deseos de una persona; donde leyes y reglamentos, incluyendo la Ley suprema, sean solamente adorno de un régimen semidemocrático.

El hecho de que los miembros de la Comisión Permanente, del Congreso de la Unión, no hayan dado cheque en blanco para que el presidente hiciera del presupuesto su singular deseo, es solamente un acto de responsabilidad cívica, que le debe de hacer ver al jefe del Ejecutivo que él no es el dueño de México.

Es preciso decir, hoy más que nunca, que vendrán más batallas similares, es importante presionar y exigir a nuestros representates de los partidos opositores. Así sucedió la semana pasada a través de redes sociales, donde miles de ciudadanos exigieron a los diputados de oposición no aprobar el periodo extraordinario de sesiones, que sólo tenía como objetivo darle, como dice Molotov, más poder al poder.

Hoy la oposición tiene el balón en sus manos, hoy la oposición tiene la responsabilidad de mitigar las malas decisiones de un liderazgo sin rumbo, y hoy la oposición también puede movilizarse a través de los distintos gobernadores que han manifestado su desacuerdo, pero, sobre todo, su preocupación respecto al destino de México.

Hoy, primeros días de mayo del 2020, existe la oportunidad de captar las preferencias de por lo menos el 60% de la población; esa que nunca se convenció de Obrador; aquella que ya se arrepintió; la que se abstuvo; o de la que por primera vez irá a votar en el 2021.

Hay que hacer válidos los tiempos de pluralidad, de alternancia, de debate político y acuerdo, pues ya no son tiempos de un jefe único, dueño de la esfera pública y de México… afortunadamente ese se ha quedado en el pasado y ahora no es tiempo para nostalgias decadentes.

Isidro O’Shea
Twitter: @isidroshea


Imagen: David Zydd / pexels.com

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