Nuevo Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea

Nuevo Tratado de Libre Comercio México-Unión Europea

mayo 7, 2020 Desactivado Por La Opinión de

Mientras que México y el resto del mundo se enfrentan al COVID-19, tanto los Estados como el orden internacional comienzan a retomar una extraña normalidad. Y ello pasa, inevitablemente, por la toma de decisiones e implementaciones de políticas que trascienden los límites del ámbito sanitario y de contención de la crisis. Un ejemplo de ello es la aprobación de la modernización del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México y la Unión Europea (UE).

Tras dos años de negociación, ambas partes cerraron un acuerdo que tenía como objetivo revisar el tratado suscrito hace dos décadas. Entre sus principales aportes, destacan la inclusión de nuevos ámbitos de cooperación, tales como el desarrollo sostenible, el comercio electrónico, la energía, la lucha contra la corrupción o la salvaguarda de los Derechos Humanos. Como telón de fondo, la esperanza del Gobierno mexicano en que esta modernización del TLC sirva como impulso para la recuperación del país, tras el fin de la pandemia, mediante la entrada de inversión extranjera y la apertura total del comercio de mercancías entre ambas partes.

México es el principal socio comercial de la UE en el continente latinoamericano, por lo que este acuerdo es especialmente relevante para ambas partes. Por ello, uno de los puntos clave en la modernización del TLC ha sido la participación de las empresas europeas en las compras y licitaciones a nivel estatal en el país. Este punto ha sido especialmente conflictivo y ha despertado viejos fantasmas, como las críticas que ponen de manifiesto la presión que este tipo de acuerdos ejercen sobre el Estado mexicano, limitando la inversión al ámbito eurocomunitario.

Existen visiones contrapuestas en torno al papel que la inversión europea puede ejercer en el desarrollo de la economía mexicana. Los partidarios de esta medida defienden que el incremento de la inversión europea es una apuesta segura. En primer lugar, porque permite la entrada de capital extranjero. En segundo lugar, porque contribuye al impulso de mano de obra cualificada y redes de colaboración técnica entre México y la UE. Y, por último, porque la apertura del comercio exterior entre ambas regiones facilitará el dinamismo de la economía mexicana.

Por el contrario, los detractores señalan que la entrada de inversión europea actúa como freno para el desarrollo de la industria nacional. Así, los acuerdos impiden el desarrollo de industrias mexicanas vinculadas a los sectores de inversión europea. Ello, inevitablemente, condena al país azteca a no diversificar su matriz productiva e incrementa su dependencia a la exportación de productos primarios.

Otro de los puntos problemáticos del acuerdo es la posibilidad de recurrir al sistema de arbitraje en tribunales privados, por parte de los inversionistas europeos, en el caso de que consideren que sus intereses han sido vulnerados. Esto puede ser especialmente delicado para México por dos razones. Primero porque puede aumentar el volumen de demandas, y recordemos que México es el tercer país más demandado de América Latina, y, segundo, porque las demandas no se articularían bajo la legislación nacional o internacional, sino bajo tribunales privados de arbitraje.

De este modo, la modernización del TLC vuelve a poner a México en la brecha. Por una parte, suponen un soplo de aire fresco mediante la entrada de inversión privada, la cual puede suponer un revulsivo a su actividad económica. Sin embargo, perpetúa un modelo de desarrollo dependiente del exterior en el que su principal recurso siguen siendo las materias primas y no la modernización de su matriz productiva nacional.

En medio de una crisis económica y sanitaria mundial, la modernización de la mancuerna entre la Unión Europea y México se presenta como un desafío para ambas partes. Para los europeos, supone la conquista total del mercado latinoamericano, tras la firma del acuerdo con Mercosur el año pasado. Para los mexicanos, una oportunidad para reducir su dependencia respecto a los Estados Unidos y diversificar sus mercados.

Los diagnósticos más pesimistas señalan la asimetría de los pactos en favor de la Unión Europea, pero la capacidad del país azteca para captar inversiones, establecer redes de colaboración e impulsar la mano de obra cualificada pueden conformar la llave para recuperarse de una crisis económica que ya se cierne sobre el país.

Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7


Imagen: eeas.europa.eu/

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