Aló presidente
mayo 26, 2020 Desactivado Por La Opinión deMucho se ha dicho y escrito acerca de las similitudes del presidente López Obrador y del extinto expresidente de Venezuela Hugo Chávez. El venezolano utilizó la figura de Jesucristo como instrumento de campaña permanente; el mexicano lo hace con la virgen de Guadalupe, llamó a su partido político Morena, y con las creencias del pueblo de México, al decir que con los “detentes” se podía combatir al COVID-19.
Chávez antes y López Obrador ahora pugnan por la austeridad del pueblo, ambos expresan que con un par de zapatos y una muda de ropa es suficiente para ser feliz; la riqueza es mala y la pobreza es buena; ambos, uno en el pasado y otro en el presente, prefieren un electorado pobre, que requiera de las dádivas gubernamentales: de la beca, de los “apoyos”, de las “pensiones”.
El venezolano hablaba de no medir el PIB, sino la felicidad; el mexicano repite la misma receta ante la caída de la economía, en cierta parte por la pandemia, pero en mayor medida por una política económica errática, cuestionada por el propio Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda de la administración federal.
En términos de propaganda, el mexicano ha ido más lejos que el venezolano, porque dispone de más medios y mejores herramientas, y cada día que pasa acapara más y más espacios en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales.
Se vanagloria de las “benditas redes sociales”, en las cuales se ha convertido en “influencer”; en junio de 2019, YouTube le entregó el botón de oro por haber llegado a un millón de suscriptores en su canal; las conferencias de prensa diarias se transmiten en Spotify, donde tiene un podcast, además de en sus cuentas de Facebook y Twitter.
El 23 de mayo de 1999 Hugo Chávez transmitió el primer programa de Aló presidente, un programa dominical de televisión evidentemente propagandístico, con duración de 6 horas ininterrumpidas; Aló presidente dejó de transmitirse el 29 de enero de 2012.
En la misma línea, López Obrador acapara la comunicación gubernamental y también la comunicación pública; sus “mañaneras” rondan alrededor de 2 horas diarias, aunque algunas han superado las 2 horas y media, como el 22 y 29 de abril y el 7 de mayo de 2020.
Además, y con el pretexto de la pandemia, todos los días, a las 7:00 pm, desde el 28 de febrero, se realiza una conferencia para dar a conocer los números oficiales de contagios y muertes por COVID-19.
El 11 de abril, el presidente López inició, con un video de 6 minutos y 19 segundos, la transmisión de mensajes sabatinos y dominicales; los del último fin de semana son de más de 20 minutos de duración.
A partir del 24 de abril, la secretaria de Economía, esa que no sabe leer números grandes, da una conferencia de prensa de 6:00 a 7:00 pm, con “información” acerca de los minicréditos del gobierno a las empresas.
Hugo Chávez utilizaba 6 horas a la semana para adoctrinar a los venezolanos; López Obrador, más de 20 horas para formar feligreses; ambos son tan parecidos que, entre más similitudes aparecen, el temor por la venezolización de México es cada vez más preocupante.
LA CUADRATURA
Todos los gobernantes de Morena se sienten omnipotentes, como Jaime Bonilla, quien, con un fraude a la Constitución, pretendía gobernar Baja California cinco años, cuando fue electo para dos; o Miguel Barbosa que busca expropiar colegios y universidades privadas en Puebla.
Alberto Lugo Ledesma
Twitter: @lugoledesma
Fotografías: lopezobrador.org.mx / commons.wikimedia.org