La oposición a la 4T es heterogénea
junio 2, 2020Desafortunadamente México continúa polarizándose cada vez más y, como en alguna otra ocasión lo escribí, parece ser más una polarización de tipo afectiva que ideológica. Apoyar al gobierno actual o considerarse ciudadano opositor al mismo, ha comenzado ya también a desdibujarse, pareciendo así que unos no saben lo que los otros reclaman y viceversa.
Me parece increíble que, hoy, a cualquier crítica que se haga del presidente, se busque señalar a su emisor o emisora como: fifí, conservador, prianista o simplemente ideológicamente de derecha. ¿De verdad es tan complicado darse cuenta de la cantidad de grupos que naturalmente pueden enarbolarse como oposición del actual gobierno, sin necesariamente tener ideales de derecha?
Es absurdo que a cualquier opositor o crítico del actual gobierno se le intente señalar como “de derechas”, cuando realmente es un clivaje sumamente nuevo en la historia política nacional; antes del año 2000, tal como lo ha señalado Alejandro Moreno en diferentes textos, el clivaje básico era respaldar o no al régimen priista. Prácticamente, todo lo que era no priista era izquierda, al punto de que un partido como Acción Nacional, que se reconoce como de derecha, pudo captar los votos de la izquierda nacional y así derrocar al régimen priista en julio del 2000.
Hoy mismo, es infantil calificar como derecha a cualquier opositor del régimen, cuando grandes personajes de la izquierda nacional, que hicieron su lucha en contra del régimen de partido hegemónico, se han posicionado en contra del actual gobierno: el PRD, Patricia Mercado, el mismo ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, entre muchos otros.
Hay mucha gente que puede estar alzando la voz en contra del actual gobierno, por muchísimas razones muy lejanas a ideales y valores de la derecha política. Hoy pueden estar razonablemente descontentos de la actual administración federal: los creyentes de las energías limpias; los pueblos indígenas del sureste del país; los empresarios y comerciantes que no han recibido apoyo en esta crisis sanitaria; los funcionarios públicos a quienes les han descontado prestaciones y sueldos; los maestros atrapados en la corrupción de los sindicatos; aquellos que han sufrido de cerca el aumento de la violencia e inseguridad; a los que se les elevó en demasía el total del recibo de luz; los periodistas que creen en la libre expresión; los afectados por la escasez de los insumos sanitarios en hospitales oncológicos; los descontentos del limitado accionar de las fuerzas armadas contra el narcotráfico; los que creían en un López Obrador que acabaría con la corrupción y hoy están olvidados; los académicos y científicos de Conacyt; los alumnos de escuelas de prestigio como el CIDE o el Instituto Mora, a quienes les han reducido sus presupuestos de manera grosera; los que se sienten huérfanos de la bandera de la izquierda social y no ven causas de la misma en la agenda presidencial; las feministas; las mujeres violentadas en la casa, cuya realidad es negada por el presidente; los que creían en un gobierno de austeridad; los que creían en la división de poderes; los inconformes con las decisiones políticas de entidades gobernadas por su partido, como Puebla o Baja California; los médicos, arquitectos e ingenieros, cuya profesionalidad se ha puesto en duda; en fin, son muchos los que pueden sentirse parte de la oposición ciudadana del presidente, sin necesidad de comulgar con ideas de derecha; inclusive pueden ser ciudadanos que tengan valores e ideas de izquierda mucho más sólidas que las de Andrés Manuel López Obrador, quien sólo utiliza a la izquierda para navegar con su bandera.
Vallespín y Martínez Bascuñán en su libro Populismos mencionan la creciente migración que ha habido desde el clivaje “izquierda y derecha” hacia uno nuevo de liberales vs. iliberales; en este segundo cabrían bastantes de las ideas del actual gobierno mexicano y, vaya, compartirían bastante con la derecha radical de partidos europeos como VOX o el Frente Nacional francés.
Lamentable también es, que en esta polarización de tipo afectivo encontremos defensores del presidente, que crean que estar en contra de éste, es formar parte de un grupo fanático de algún otro personaje político, como en varias ocasiones han señalado a muchos como afines al expresidente Felipe Calderón. Quizá, ello solamente demuestra que, muchos de ellos, defienden la 4T por el fanatismo hacia un líder carismático, a quien poco a poco se le van terminando sus argumentos; pues no hay argumento de gobierno que se pueda sostener si no se ofrecen medidas y acciones.
En fin, los seres humanos por naturaleza cometemos errores, lo importante es saber reconocerlo, cualquiera puede negarlos; y así están –cada vez son menos– los que no quieren reconocer que el gobierno de López Obrador no nos ha traído nada bueno. Parece ser mucho su resentimiento, su rencor, tristemente hasta parece odio.
Ojalá la política no siga separando al pueblo de México, ojalá recordemos aquello que verdaderos movimientos de izquierda han pronunciado ante varios regímenes autoritarios, ojalá recordemos la estrofa que dice que “el pueblo unido jamás será vencido”.
Isidro O’Shea
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