Elefantes blancos y obsesión por el pasado
junio 9, 2020La obsesión, casi enfermiza, de Andrés Manuel López Obrador por obras faraónicas, una malentendida austeridad y una administración pública que raya en lo demencial están provocando la pauperización del país, la pérdida de empleos, la desconfianza de las grandes empresas, nacionales y extranjeras, un incremento desmedido en la violencia y la inseguridad en México, la polarización de los mexicanos y miles de muertes de ciudadanos por COVID-19, ante la ineficiencia e ineficacia de los científicos de cuarta como López-Gatell.
El presidente López, en pleno ascenso de muertes por COVID-19, sin ni siquiera haber llegado al pico de contagios, y con la totalidad del país en semáforo rojo de la alerta epidemiológica, ha decido salir a la calle, a hacer lo único que sabido hacer en toda su vida: campaña político-electoral. La justificación: las giras del presidente son una actividad esencial… ¡claro! esencial para las elecciones de 2021, porque si algo requiere Morena es que el señor presidente esté en campaña permanente.
López Obrador viajó al sureste a inaugurar los trabajos de su “Tren Maya”, uno de los proyectos con el que pretende desarrollar las entidades que tocará esta vía de comunicación; sin importarle el desastre ecológico que provocará en la selva, para él lo relevante es la obcecación por una obra que incluso los indígenas han rechazado.
Mientras esto sucedía, otro de los elefantes blancos del presidente López, Dos Bocas, Paraíso Tabasco, se encontraba bajo las aguas, debido a las lluvias provocadas por la tormenta tropical Cristóbal y en gran medida por la destrucción del manglar arrasado por su gobierno.
El mundo observa su futuro en las energías limpias, López Obrador vive en el pasado, en el que el petróleo era el gran salvador de la Patria, en el que los mexicanos llevaban puercos y gallinas al zócalo para contribuir a la expropiación petrolera. La energía generada por los “rehiletes” sólo existe cuando hay aire y la solar, sólo cuando no está nublado, de acuerdo con lo expresado por el favorito del régimen, Manuel Bartlett, por ello, el petróleo es la respuesta.
En diciembre de 2019, en la Cumbre del Clima, en Madrid, Jeffrey D. Sachs, especialista ambiental, expresó que “el presidente no entiende qué tan poderoso es México en energías renovables y cuántos trabajos más se crearían con ‘Solarmex’ más que en Pemex […] está viviendo en el pasado, es un activista social, que piensa que el petróleo es su solución”.
Cegados por los votos del pasado, los del 2018, el presidente López y sus feligreses no sólo se sienten dueños de la verdad, sino del país entero; todos los días hay una ocurrencia, una declaración desatinada y un intento por desmantelar las instituciones del país; todos los días evidencian su talante autoritario y antidemocrático y lo pequeños que son.
López Obrador “gobierna” para el aplauso; sus días transcurren entre besamanos y alabanzas de sus bufones; malos chistes, risas cínicas, dichos populares y garnachas; por ello está en la calle, sin importar si es un mal ejemplo para los mexicanos, por su evidente irresponsabilidad en los peores momentos del país, debido a la pandemia, porque es un populista que cree que la única forma de gobernar es hacerlo desde el púlpito. La Presidencia de la República es una farsa y el presidente, un farsante.
LA CUADRATURA
Jesús Seade Kuri podrá tener muchas credenciales para buscar presidir la Organización Mundial del Comercio, sin embargo, tiene cuatro grandes obstáculos: Andrés, Manuel, López, Obrador.
Alberto Lugo Ledesma
Twitter: @lugoledesma
Fotografía: Alistair McLellan / pixabay.com