La corrupción de otros no es la virtud de ellos
julio 21, 2020Todo mexicano(a) que cree en la justicia, desea que aquel o aquella que haya hecho daño a la nación rinda cuentas y pague por los daños causados, pues la rendición de cuentas y el Estado de Derecho son pilares fundamentales de cualquier democracia.
Como todos los mexicanos, deseo que se imparta justicia respecto a quien resulte culpable. Sin embargo, no quiero que, a partir de la impartición de justicia, se monte un espectáculo que permita al gobierno actual (o a cualquier otro), seguir sin enfrentar la gran cantidad de problemas que hoy día lo rebasan.
En la 4T no existe pretensión genuina de hacer justicia, y aunque no exista dicha pretensión, la impartición de justicia siempre es bienvenida. Lo que no es bienvenido –desde mi punto de vista– es que quieran alterar el ciclo electoral, únicamente a partir de una narrativa contra la corrupción; pues hoy por demasiadas razones dentro del mismo gabinete no se les puede creer que son diferentes.
La justicia no indigna. Lo indignante es que el objetivo de ejercerla sea utilizarla como cortina de humo para esconder el fracaso que representa, en todos los ámbitos, el actual gobierno.
Toda política pública o decisión gubernamental forma parte de un ciclo político, en el cual los electores juzgan a partir del voto, premiando o castigando, a los partidos gobernantes (voto retrospectivo). Sin embargo, creo que la estrategia obradorista, basada en el dar a conocer casos de corrupción del gobierno anterior, se vuelve sumamente grosera, cuando en paralelo, ellos han evidenciado, antes de llegar a la mitad de sexenio, tener las mismas manías, aunado a un nulo interés por solucionar los problemas del pueblo.
Aún así, creo que el presidente tendrá éxito y podrá seguir manteniendo con cierta calma el fracaso que representa su gestión. Tristemente para todos pasarán a ser temas secundarios: la nula estrategia contra el COVID-19; el desabasto de medicamentos para niños con cáncer; la disminución de presupuestos para programas a favor de la mujer y la cultura; la desaparición de estancias infantiles; la grosera reducción al gasto universitario; la desinstitucionalización del país; la poca libertad de prensa; la continua inseguridad en las 32 entidades; la ineptitud de las decisiones en materia energética. Solamente por mencionar muy pocas de las fallidas y retrógradas decisiones de la 4T.
Para lamento de los que creemos en democracias sustantivas, el espectáculo futuro será suficiente para que Morena salga bien parado del próximo proceso electoral, donde lo que más le importa al presidente no son las 15 gubernaturas, sino mantener la mayoría en la Cámara de Diputados; pues hoy, al igual que antes del 2000, el presidente se ha montado en la lógica de que los gobernadores son subordinados; y éstos, por su parte, han mostrado pasividad frente al presidente.
Si las acusaciones que van a empezar hacia la pasada administración no tuvieran un objetivo electoral, el presidente se plantearía, como lo ha hecho en otros muchos casos que lo involucran a él y a los suyos, reservar por un tiempo la información. Así fue con el caso de la bomba dirigida a la senadora Citlalli Hernández; el proceso legal de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía; los recursos del fondo de transición; las pipas compradas ante el desabasto de gasolina; la información legal sobre el proceso de construcción de la refinería de 2 Bocas; el informe sobre el operativo fallido que liberó a Ovidio Guzmán; y el expediente sobre el enfrentamiento en Tepochica, Guerrero, entre civiles y militares.
En la mayoría de estos casos, el argumento de las distintas dependencias federales, para mantener reservada la información, ha sido la seguridad nacional. Sin embargo, no ocurrirá ello con la información que otorgue el exdirector de Pemex, pues es ésta, indudablemente, la única estrategia que tiene el gobierno actual para enfrentar las elecciones intermedias del próximo año y decir que algo han hecho bien.
En resumen, el voto retrospectivo de la ciudadanía otra vez será hacia las pasadas administraciones, y no hacia la actual, y la narrativa del presidente continuará siendo que todo es culpa del pasado.
Esperemos que el mal sea menor y que en el 2021 el presidente empiece ya a gobernar.
Isidro O’Shea
Twitter: @isidroshea
Imagen: Mohamed Hassan / pixabay.com