Cuidados de enfermería: retos, enseñanza y pasión*

Cuidados de enfermería: retos, enseñanza y pasión*

noviembre 4, 2020 Desactivado Por La Opinión de

El poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht, en pleno exilio político y perseguido por el líder más siniestro que la Historia universal moderna pudo conocer, Adolfo Hitler, se preguntó: “¿y en los tiempos oscuros habrá canto?”, a lo que él mismo se respondió: “sí, se ha de cantar, por sobre los tiempos oscuros”.

Hoy, a más de ocho décadas de la Segunda Guerra Mundial, uno de los acontecimientos bélicos más dolorosos y destructivos, toda la humanidad, sin excepción, se enfrenta a una nueva y sorpresiva guerra, un desafío sin precedentes enarbolado por ese “extraño enemigo” tan popular, que se nombra cada vez que entonamos nuestro Himno Nacional; un antagonista que, aunque parezca inaudito, ni siquiera es un ser vivo per se: es simple y llanamente una partícula microscópica encapsulada en proteínas.

¡Vaya ironía! Se pensaba que la próxima guerra mundial, de suceder, se llevaría a cabo con un poderosísimo armamento, con grandes ejércitos, probablemente con el uso de inteligencia artificial y tecnología de punta, pero no. Ahora, este enemigo, con su corona, quiere ocupar su trono y reinar, y no necesita armas, no necesita artillería, ni siquiera hace estruendo: le gusta el sigilo, el silencio, la cautela, pero, en particular, encontrar vida para alimentarse de ella y destruirla.

Y ante su silencio imperante, el mejor escenario para el coronavirus es que todas y todos nos quedemos callados y paralizados ante el temor y la angustia que nos ha infundido en los últimos meses. Sin embargo, nuestra respuesta debe ser distinta, porque este virus no cuenta con ninguna de las armas que nosotros, los seres humanos, sí tenemos: conciencia, raciocinio, conocimiento, experiencia, fuerza de voluntad, pero sobre todo la capacidad de sentir y empatizar con los demás.

Para romper ese silencio que pretende someternos, necesitamos ser como esas notas musicales que le dan color, tono, volumen y cadencia a nuestra voz, ante esta pandemia global que entristece, hastía, aturde y pareciera no tener fin. En cada enfermera, en cada enfermero, se refleja el semblante de Florence Nightingale, una mujer que, hace más de 200 años, hizo historia a nivel mundial, no sólo por su lucha por dignificar las labores de enfermería (el trabajo de asistencia en materia de salud, la investigación y la educación), sino, en especial, por predicar con el ejemplo y brindar, de manera generosa y humanitaria, atención, esperanza y consuelo en los instantes más sombríos y frágiles a los pacientes.

Sí, se ha dicho incansablemente que los equipos de enfermería conforman la primera línea de batalla frente al coronavirus, son las guerreras y guerreros vestidos de blanco que velan por nuestra salud, pero, al mismo tiempo, son personas de excelencia que, con su arduo trabajo solidario, le dan voz a quienes han enmudecido por esta enfermedad. Y sí, habrá muchos que, por la otra pandemia, la de la ignorancia y la discriminación, los vea con miedo o como una amenaza, pero en este país la gente buena es mayoría y no cabe duda de que México entero está orgulloso de sus enfermeras y enfermeros, por restablecer el bienestar físico de miles y miles de familias que se han encontrado sumergidas en la angustia y la incertidumbre.

Sin salud puede producirse la muerte, es verdad, pero sin el arte también, porque no puede haber bienestar físico sin bienestar emocional y espiritual. Con esta noble labor, la enfermería, también se desarrolla el don de la sensibilidad y la empatía, algo que, quizá, no suela encontrarse con tanta frecuencia ni pasión en otros profesionales dedicados al sector salud. Si el tan arraigado concepto de “amor al prójimo” existe, a ellas y ellos les pertenece.

¿Qué no nos reconfortaría y fortalecería más como pacientes de una enfermedad tan compleja y desconocida como esta que una mirada amable, una mano cálida o una palabra de aliento en nuestros instantes más vulnerables? Los equipos de enfermería realizan esta tarea todos los días con personas que no conocen ni viceversa, pero deciden pararse en el lado correcto y más humano de la Historia, y eso enaltece, ennoblece y brinda una paz interior cuyo valor está muy por encima que el de cualquier piedra preciosa que pudiera existir sobre la faz de la Tierra.

Les felicitamos, pero sobre todo les damos nuestra gratitud eterna. Con el trabajo que realizan han logrado destronar y arrebatarle esa ponzoñosa corona a muchos enemigos invisibles y extraños; han logrado sacar adelante a muchos seres humanos sumergidos en el letargo y el enmudecimiento, y conseguirán que esas historias de tantas personas en dificultad, muchas de las cuales ahora se encuentran en pausa, en silencio, vuelvan a despertar, vuelva a cobrar vida, vuelvan a soñar, vuelvan a tener voz, vuelvan a cantar.

Sí, Bertolt Brecht tenía razón: debe haber canto en los tiempos oscuros, porque ante la penumbra de esta larga noche –que también pasará– es la única manera de iluminarla cuando nos haga falta la luz de Luna y las estrellas, mientras aguardamos con esperanza, lucha y entrega que, finalmente, un día, sobre un hermoso horizonte, vuelva a amanecer…

Bernardo Ramírez López
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/AdfectusMX


* Adaptación del discurso pronunciado por el Mtro. Bernardo Ramírez el 30 de octubre de 2020, con motivo de la Tercera Reunión Anual de Enfermería del Hospital General “Dr. Manuel Gea González”, Ciudad de México.

Imagen: B Ban / pixabay.com 

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