La ira presidencial y el fin de la democracia mexicana
mayo 7, 2021Una de las grandes preocupaciones en torno a la democracia, en México, podría estar por concretarse, tras estas elecciones en las que han estado envueltos en embates el presidente y el Instituto Nacional Electoral (INE). Esto por resoluciones que no han sido favorables para Morena respecto a candidaturas en Guerrero y Michoacán; pero parte de esa historia, junto con las decisiones del TEPJF o el dilema del Poder Judicial, ya la conocemos bien.
Dicha situación provocó la ira presidencial, la que incluso era muy visible en una de las mañaneras, por lo que sin importar la “veda electoral”, el Ejecutivo arremetió contra estos organismos; anunciando incluso su desaparición o reestructuración a través de una reforma para que no suene tan drástico.
Ahora bien, queda plantearnos, ¿es realmente necesario desaparecer los órganos constitucionales autónomos?, ¿o, como lo ha planteado el presidente, que estos pasen a ser parte de las secretarías?, ¿esto atenta realmente con la idea de la democracia que apenas hemos tenido y conocido?
Cabe recordar, sin afanes de revisión histórica o de reiterar lo que muchas veces se comenta al respecto del origen del órgano electoral en nuestro país, que en sus casi 31 años de existencia lo que se intentó fue separar del control electoral del Estado, en el que la realidad es que sí se han ciudadanizado la organización; sin embargo, el control presupuestario, de la designación de sus integrantes en el Consejo General, que tienen se ajusta a criterios políticos.
El punto anterior es justo donde cobra sentido la crítica del presidente a que muchas veces los consejeros electorales han actuado, o llegan al seno del colegiado, con una coyuntura político-partidista, en la que incluso Morena se benefició, ya que, así como hubo consejeros afines al PRI, PAN y PRD, lo propio sucedió con el partido en el poder.
Aunque el problema es que es complejo esperar una democratización plena en el marco de un sistema político, heredero del partido hegemónico (PRI), mismo en el que López Obrador creció y formó su trayectoria política, ello implica patear, escupir, pisotear, desdeñar los años clave de 1994 a 2000, en los que en medio de grandes retos el país pudo empezar a experimentar procesos de apertura democrática.
Querer desaparecer al INE sí pudiera ser un retroceso democrático, pero también depende que el poder fortalezca, blinde las instituciones, las leyes, sin caer en el juego de la simulación, que dudo mucho que pase por lo que quedaría probablemente en un capricho, berrinche de poder.
Gildardo Ledesma
Twitter: @gledesmaa24
Imagen: lopezobrador.org.mx