Lo que se hurta no es inspiración

Lo que se hurta no es inspiración

junio 18, 2019 Desactivado Por La Opinión de

El revuelo mediático que ha causado el uso a manera de “inspiración” (así, con comillas), de una de las casas de modas más importantes del mundo, ha vuelto la mirada –de nueva cuenta– a la artesanía textil mexicana.

Este no es el primer caso de abuso, por parte de las grandes marcas, que ocurre en contra de la propiedad intelectual colectiva de la comunidad artesana de México, las cuales en su mayoría son de origen indígena, y cuya actividad ha trascendido en el tiempo y el espacio como tradiciones genuinas y ha logrado enriquecerse debido a la interculturalidad, como parte de su dinámica naturaleza.

Sin embargo, este nuevo caso surge en un punto en el que al seno del Congreso de la Unión se encuentran en análisis una iniciativa que reforma la Ley Federal de Derecho de Autor, así como la iniciativa para expedir la Ley de Salvaguarda de los Conocimientos, Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanos, del cual empieza a emerger deficiencias que, pese a las mejores intenciones, no saldarían la deuda en la materia que se tiene con la comunidad artesana y, en general, con el patrimonio cultural.

En enero de 2019, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CDNH) emitió la Recomendación General No. 35 Sobre la Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas de la República Mexicana, la cual insta a través sus ciento setenta y cinco párrafos, y su anexo dedicado al análisis por entidad federativa, a la armonización legislativa y ajuste del andamiaje institucional para dar la debida protección y defensa al patrimonio cultural de los pueblos originarios. Dicha recomendación ha sido analizada en diferentes foros organizados, principalmente, por la sociedad civil, y es recientemente materia de análisis en el Senado de la República.

Por su parte, la reacción mayoritaria de la sociedad se ha fincado en la falta de apreciación de sí misma para con la artesanía mexicana, cayendo en prácticas constantes de regateo, valoración y retribución económica injusta hacia el producto artesanal, síntoma que deviene también de la falta de garantías para la protección de esta creación.

La inexistencia de un marco normativo que proteja y conceda derechos a la comunidad artesana, y que estos a su vez puedan ser defendidos, tiene como consecuencia la desvalorización del trabajo artesanal, que en su consumo pocas veces toma en cuenta los procesos de producción tan peculiares y propios del trabajo manual.

Es por ello importante que el resultado del análisis que la Legislatura haga para proteger la producción artesanal no debe ser tomado a la ligera, ni como un caso de moda que deba permanecer por inercia, desprotegido, pues debe entenderse la función social del trabajo legislativo como generador de mejores de costumbres encaminadas a enriquecer la cultura, a promover la economía y la reivindicación de la artesanía; pero también debe ampliar su análisis a temas como la medicina, la herbolaria, la música y la gastronomía, y no centrarse exclusivamente en la creación textil.

Debe entenderse que, si bien, jurídicamente, en estos casos no existe la configuración de plagio, si existe irresponsabilidad social de las grandes marcas que se benefician del conocimiento artesanal que, en el caso textil, desvalorizan las iconografías, reproduciéndolas por medios diferentes a los tradicionales, sin el reconocimiento de la autoría y sin la retribución económica justa; en suma, apropiación cultural. Considerar que la acción de las grandes marcas de hacer uso de la iconografía artesanal ayuda a su valorización, deja de lado que estas acciones tienen lugar bajo el desconocimiento del contexto de producción, que no posiciona el trabajo artesanal ni reconoce su autoría, en resumen, no existe beneficio alguno para la comunidad artesana.

Se necesita de acciones de corresponsabilidad: de los poderes públicos, por generar los mecanismos de salvaguarda que rompan el esquema extractivo en el que se encuentra la artesanía mexicana; de la sociedad, al aprehender con orgullo las prácticas ancestrales, conocer los procedimientos y fomentar el comercio justo; de las grandes marcas, al hacer uso de su poder comercial para posicionar, en un acto de responsabilidad social, el trabajo artesanal y su justa retribución, pues no es inspiración aquello que se hurta.

Aben Amar Rabanales

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