Sin empatía no hay política

Sin empatía no hay política

noviembre 12, 2018 Desactivado Por La Opinión de

Quiero dar la bienvenida a los lectores de este espacio. Estaré colaborando aquí cada dos semanas, agradezco mucho esta invitación que sin duda para mi es una gran oportunidad. Escribir es una responsabilidad. En un mundo donde tanta información circula a diario: ¿qué de novedoso puede decirse?, ¿qué se puede opinar sin caer en el lugar común, en el discurso hueco? La clave está en ofrecer una mirada original, auténtica. Lo que ofrezco es otra mirada a algunos problemas que nos aquejan como sociedad.

Esta columna espera invitar al diálogo, a la deliberación, para aportar algo valioso al debate público. Quiero transmitir, sobre todo, el valor de la empatía. Esa capacidad de ponernos en el lugar de los demás y entenderlos desde su posición. Estoy convencida de que sin empatía no hay política democrática posible, no hay forma de racionalizar la otredad, no hay forma de cimentar lo que nos une.

Por eso trataré temas en lo que creo que nos falta esa mirada empática, esa otra mirada. Escribiré sobre temas de género, sobre asuntos indígenas, sobre los problemas que invaden a la juventud.

Como sociedad seguimos perpetuando esquemas de desigualdad que violentan a las mujeres. Ya sabemos los números, pero nos falta sentir las historias. Las historias de millones de mujeres que diario viven un infierno porque como sociedad les hemos fallado. Porque sostenemos una posición feminista en lo público, pero la abandonamos en lo privado. Porque hoy lo que estamos pidiendo las mujeres es lo más básico: que nos respeten, que no nos violen, que no nos maten. No es casual la irrupción de movimientos como el #MeToo en todo el mundo. Desde 1953 que obtuvimos el derecho a votar hemos conquistado espacios de poder, ahora el punto es qué hacer desde esos espacios para igualarnos en la casa, en el trabajo y más procesos de toma de decisiones.

La injusticia que viven los indígenas es conocida, es histórica. Pero muchas veces las soluciones no van más allá del discurso, porque no entendemos –no queremos entender– su problemática. Tenemos una capacidad cruel de hacerlos invisibles, de pretender que no están ahí. No nos damos cuenta que al no verlos fallamos todos, fallamos como país. Tenemos una tarea inmensa en reivindicar sus derechos, tanto individuales como colectivos. Tenemos que entender su forma de ver el mundo para que la política pública sea realmente eficaz y no sean discriminados.

Siempre se repite que los jóvenes somos el futuro, pero no podemos ser el futuro si muchos jóvenes hoy creen que no tienen tal. Es preocupante el número de suicidios que hay de jóvenes todos los días. La decisión de quitarse su vida a una edad temprana debe indicarnos que algo va mal, de que algo estamos haciendo muy mal como sociedad. La falta de sentido individual es una falla que no puede disociarse de una responsabilidad colectiva. Darle futuro a la juventud es una tarea pendiente de todos.

De eso y otras cosas hablaré en esta columna. Espero aportar al debate pero, sobre todo, iniciar una conversación permanente con todos ustedes.

Gabriela Hernández López

Réplicas