Nuevos aires en la frontera
febrero 4, 2021 Desactivado Por La Opinión deLe llegada de Biden al poder supone la apertura de un nuevo ciclo en las relaciones entre México y Estados Unidos. El nuevo presidente, que aboga firmemente por diferenciarse de su antecesor, ha iniciado su mandato con medidas que buscan deshacer el legado heredado de la presidencia republicana. Y, en este contexto, la política con su vecino del sur no ha sido una excepción. A las pocas horas de iniciar su presidencia, Biden anunció el desmantelamiento de dos de las medidas estrella de Trump: la construcción del muro en la frontera y el programa Permanecer en México.
Respecto al muro, del cual se levantaron 480 km del total de 3,142 km de la frontera, Biden ya ha dado órdenes de detener los trabajos de construcción. Respecto al programa Permanecer en México, lanzado en enero de 2019, éste también ha quedado suspendido. Después de que más de 60,000 inmigrantes fueran devueltos a México a espera de la resolución de su estatus migratorio, se abre una nueva etapa en la política migratoria.
Pese a que las autoridades norteamericanas ya han anunciado que todos aquellos que esperan la concesión de asilo no podrán entrar a Estados Unidos de manera inmediata, se ha impuesto una pausa de cien días para la deportación de migrantes que no tienen ciudadanía. Este mecanismo permite establecer límites estrictos para detener y deportar inmigrantes, a la espera de que el departamento de migraciones revise las políticas adoptadas durante la administración Trump. Asimismo, el nuevo presidente también destinará fondos para impulsar el desarrollo económico en Centroamérica, interviniendo en los países de origen para tratar de frenar las causas que favorecen la migración.
Asimismo, los planes de Biden también tienen en mente regularizar la situación de los ya llegados. En concreto, el demócrata plantea encontrar un camino a la ciudadanía para los más de once millones de personas sin papeles que residen en Estados Unidos. Muchos de ellos cuentan con hijos que poseen la ciudadanía norteamericana y conforman un colectivo importante en la actividad productiva del país. Sin embargo, las sucesivas administraciones norteamericanas no han sido capaces de adaptarse a su realidad. Desde la ley de migración, aprobada durante el mandato de Ronald Reagan en 1986, no se ha aprobado ninguna nueva normativa relevante. En ese entonces, se llevó a cabo la mayor regularización de inmigrantes de la historia de Estados Unidos, se mejoró la seguridad contra los cruces ilegales y se impusieron multas a la contratación de indocumentados.
Pese a los intentos de George W. Bush o Barack Obama, ambos fallidos, no se ha realizado ningún otro plan similar al impulsado por Reagan y la situación de millones inmigrantes ilegales ha permanecido en un limbo durante décadas. El reto de la migración es clave en la relación entre los dos países vecinos. Las duras medidas restrictivas no han puesto fin al flujo de personas que han tratado de cruzar la frontera y las duras condiciones de vida en Centroamérica no han hecho más que alimentar los planes migratorios de grandes grupos de población. Además, la informalidad ha puesto en peligro las vidas de aquellos que han visto en la huida una venta de oportunidad para escapar de la violencia o la pobreza.
El reto al que se enfrenta Biden es complejo y debe ser hábil para revertir las restricciones de su predecesor a la par que moderar las expectativas de los migrantes. Un cambio apresurado en las políticas puede actuar como un efecto llamada, dificultando la efectividad de los recursos estadounidenses a la hora de proporcionar asilo. Muchos vieron en la salida de Trump una esperanza para desarrollar sus planes de vida. Sin embargo, la complejidad que acompaña a los procesos migratorios y el particular momento que atraviesa el planeta como consecuencia de la crisis sanitaria, hacen que un cambio de administración no suponga una panacea. Es fundamental adoptar una estrategia integral y realista que actúe sobre todo en los países de origen de los migrantes, favoreciendo condiciones de vida dignas. Para ello es fundamental el diálogo entre países y la adopción de planes conjuntos. En ese sentido, Biden puede convertirse en un aliado para el cambio. Sin embargo, no depositemos todas nuestras esperanzas en una persona e impulsemos entre todos el cambio.
Mélany Barragán
Twitter: @MelanyBarragan7
Imagen: S. Hermann & F. Richter / pixabay.com