Añorando el pasado (parte II)

Añorando el pasado (parte II)

septiembre 27, 2019 Desactivado Por La Opinión de

En la entrega anterior discutíamos sobre una particular visión de los caudillos de la Independencia, su relación con el tema del cambio social o político, y de cómo esto se enmarca en el contexto del discurso político de la Cuarta Transformación, el cual constantemente habla de romper con los esquemas del pasado mientras se aferra a las estructuras del mismo.

El México independiente como sabemos vivió una serie de procesos políticos y sociales complejos, en los que la polarización política era evidente. Se vivieron al menos los primeros 50 años de inestabilidad, anarquía, además del debate político de constituir a la incipiente nación mexicana en una República Democrática o una Monarquía Constitucional, lo que derivó en la pugna federalismo vs. centralismo, renombrada más adelante liberales-conservadores, respectivamente.

Mientras que los que defendían la Monarquía o el Imperio Mexicano eran denominados conservadores o cangrejos en su mayoría, una connotación que hoy por cierto el Presidente utiliza para referirse a sus opositores, ya que su principal argumento era el de si se adopta una forma republicana, esta es contraria a nuestros usos y costumbres que datan de la época colonial.

Por otra parte, tenemos a los liberales, personajes que defendían la imposición de un modelo basado en la democracia liberal, la misma que les funcionó a los estadounidenses, al menos 40 años antes que a los mexicanos de aquella época; si bien esto era un incipiente experimento político, gracias a una serie de factores sociales, económicos y políticos, para mediados del siglo XIX, en el país se consolida el triunfo del liberalismo además de este modelo.

Sin embargo, viene el problema de Maximiliano de Habsburgo, traído por los conservadores, pero en el fondo es un personaje sumamente liberal, que trata de legitimar su poder mediante buenas acciones. No descartando la idea de que fue víctima de las circunstancias de una elaborada partida de ajedrez imperialista, de nuevo su presencia generó un divisionismo ante el rencor o envidia de Benito Juárez que vio inaceptable esta situación.

Hasta aquí la constante es que tenemos un país dividido en sus ideas, con bandos que, si bien tratan de imponer su modelo político, no pueden evitar caer en las tentaciones del poder; tan es así que si alguna vez Juárez fue pro democrático ya no fue así para cerca de 1870. Siendo así que Porfirio Díaz logró deponerlo mediante el lema de “No Reelección”, aún con esto prevalece la lucha por el trono en lo que Enrique Krauze denominó “Siglo de Caudillos”.

Gildardo Ledesma

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